lunes, 3 de enero de 2011

UNA DE MORAL (35)

"Nuestra historia es una historia de fidelidad mutua entre los españoles y la Virgen.

Fidelidad es la hazaña de Hernán Pérez del Pulgar, un personaje durísimo, que, sin embargo, escaló las murallas de Granada para clavar un Avemaría con su daga en la mezquita principal.

O la de Cortés, el capitán estadista que edificó un imperio que duró mucho mas que el de Alejandro, que cuando entra en Ciudad de Méjico y ve el teocalí ensangrentado por decenas de miles de sacrificios humanos, derriba el ídolo macabro y no lo sustituye con la enseña del emperador Carlos, ni con su bandera de Capitán, sino que pone la imagen pequeñita y morena de la virgen de Guadalupe.

Y en Lepanto, la infantería luchó con el rosario al cuello (se ha dicho que Lepanto fue la gran victoria sin explotación del éxito, pero no se ha dicho que hubiera sido de nostros si no llega a haber Lepanto).

Por eso, no es extraño que 15 años después, el Tercio aislado por el agua en las colinas de Empel, y cercado por la flota holandesa entendiera, Lo mismo que lo entendió la ciudad holandesa vecina, que era la Inmaculada a quien debía su liberación.

Hace unos messe hemos recibido en la Inspección de Infantería el informe de la sección histórica del real ejército holandés sobre lo que ocurrió allí en 1.585.
Un informe distinto de los versos de Anglada:

Fue un soldado del Tercio, cuando era
oficio de españoles ver la muertE
como un servicio mas de honra y de suerte
amiga del mas bravo y compañera.

Cavaba para tumba la trinchera
más que para salvarse. Tierra inerte
echa para descanso del mas fuerte.
Siempre juntas la muerte y la bandera.

Encontró el cuadro, lo sacó del suelo
Se arrodillaron todos bajo el cielo
de la noche de Holanda oscura y fría.

Y no hubo novedad. De madrugada
se heló el mar y sobre el agua helada
desfiló una vez más la Infanteria

El informe del servicio histórico holandés es distinto, en la forma, pero no en el fondo.
Es un informe serio y concienzudo, que cuenta que un soldado que cavaba una trinchera que el Maestre de Campo Bobadilla le había ordenado para entretener a su gente cercada, hambrienta y aterida, sacó del barro una imagen de la Inmaculada, tan lozana y con tan vivos colores como si acabara de salir de la mano del artista, dice el historiador holandés.

Bobadilla mandó llevarla a la iglesia cercana de Empel.
Mientras, la ciudad holandesa cerca, Bois le Duc o Das Hertgenbosh, que era católica, rezaba mas allá de las aguas por la salvación de nuestros soldados, que no estaban en Flandes para imponer una dominación extranjera, sino para proteger a las poblaciones católicas de un tirano rebelde.

Era el 7 de diciembre, y esa noche sopló un viento del nordeste como jamás había soplada y como en muchos años no volvió a soplar.

La flota rebelde se retiró, temerosa de quedar atrapada en las aguas del mosa, y en un par de horas, ya lo saben ustedes, los españoles rompieron el cerco.

El servicio histórico holandés, expone imparcialmente lo que para los católicos fue el milagro de Empel, los protestantes lo califican de "una desafortunada concurrencia de circunstancias insólitas". Es lo mismo, porque como dijo el Rey Sabio en las Partidas: "Milagro tanto quiere decir como obra de Dios maravillosa que es sobre la natura usada de cada día, y por ende acaece pocas veces".

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