Y es que hasta cierto punto (solo hasta cierto punto, porque somos de barro y Ella es Inmaculada), la Infantería es como su patrona.
Y esta es afirmación que debe esclarecerse:
Probablemente la que dijo "Hágase en mí según tu palabra" se mire en los que aceptan, obedecen y aguantan.
La que arrancó a su Hijo, en un milagro antes de tiempo, 640 litros de buen vino, es que le gusta que se beba y se ría.
La hija predilecta del que a Sí mismo se llama en la Biblia algo así como 700 veces "Dios de los Ejércitos", a la que compararon a modo de piropo como un ejército formado en orden de batalla, no puede ser indiferente a los soldados.
La Madre de aquel Hijo andariego que dormía en el suelo y lo compartío todo, hasta su cuerpo, puede entender muy bien la vida del Infante.
Porque se ha de advertir que aunque es madre de todos, que eso no se discute, hay indicios que apuntan a que la Inmaculada tiene predilecciones.
El encuentro de Empel (no diré que casual porque no es fácil apreciar desde aquí abajo lo que hacen ahí arriba), aquel encuentro, digo, en una situación de vida o muerte en que la Infantería veía solo la muerte que es una visión que aclara mucho el orden de valores y el verdadero sentido de las cosas, aquel encuentro en Empel fue definitivo porque los infantes recordaron el hecho de que la Virgen no abandona a los suyos.
Y desde entonces hay una larga historia de amor mutuo, una historia de amor que hace 100 años tuvo el refrendo de una Reina que la nombró Patrona. Una historia de amor que es fácil de contar:
Ella que mira siempre por nosotros.
Nosotros que la llevamos en la mochila de nuestro corazón.
Y estas son las razones para conmemorar el Centenario, soplar las brasas para que salte la llama, a reforzarnos por dentro, acorazarnos contra el desaliento, para que no se nos coma la presión del ambiente, para resistir la erosión del entorno y el acoso insidioso de la serpiente antigua, el viejo enemigo de la especie humana.
Para que no se diluyan nuestras características, este estilo nuestro hecho sencillez, fidelidad, aguante y espíritu de servicio.
Un modo de ser y de vivir en el que casi nada está de moda. Pero no importa. No importa, porque las modas van y vienen y la Infantería no pasa nunca.
Estamos recordando el centenario para volver a las raices, para quitarle el polvo a verdades eternas.
Para volvernos a nuestra Patrona, no solo con la euforia de una fiesta que se celebra una vez al año, sino con la certeza jubilosa que existe un ser vivo, completamente vivo, materno y amoroso, infinitamente poderoso en su capacidad de súplica, que es la Patrona Inmaculada de la Infantería Española.
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