"...y si ese soldado guarda en su pecho un corazón forjado en el yunque de las grandes virtudes, si pertenece a la raza fogosa, viril, altanera y dura de los héroes, a la raza indómita, como lo guarda el soldado español, cuyas arterias bañan la sangre varonil de un pueblo que no ha sabido nunca abatir su frente ante el peligro, ni ante la muerte, si siente, como nuestro soldado sabe sentir, ese amor idolátrico por la Patria amada, entonces ¡ah¡, su imagen flota ante sus ojos, envuelta en nimbo de luz, electriza su alma, sacude sus nervios, y, transformándole de modo misterioso en indómito león, lanzándose al sacrificio, ciego, delirante. Y en su desenfrenada marcha arrolladora, solo se rinde cuando, exahusto de fuerzas, no tiene aliento para seguir luchando en defensa de su madre, la Patria de todos, o por ella muere, envuelto en nimbo de gloria y luz..."
Augusto de Santiago Gadea.
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