jueves, 20 de octubre de 2011

UNA DE MORAL (141)

EL NOVIO DE LA MUERTE
Nadie en el Tercio sabía quien era aquel legionario
tan audaz y temerario que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.
Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le
contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo a su Bandera
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la arena ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera.
Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"Si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte y su amor fue mi ¡Bandera!

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